Practicar el turismo conlleva a menudo privilegios inmediatos. Quien lo ejerce sortea en muchos países normas sociales que solo afectan a sus ciudadanos. Llevar la cabeza descubierta, tomarse una cerveza, disfrutar del sol en bikini o vestirse con absoluto mal gusto son placeres que a veces están mal vistos o no dependiendo del color del pasaporte. Es justo. Costumbres que, a la contra, toleramos cuando nos visitan sin poner malas caras.
Ser turista suele significar también un seguro de vida adicional. Eso sí, el seguro de viaje que no falte ni para ir al resort de la esquina. En naciones en las que el índice de criminalidad es alto; incluso en medio de un conflicto declarado, la industria turística se las apaña para que sus clientes lleguen sanos y salvos al oasis que han contratado.
Está ocurriendo estos días en Egipto, donde el toque de queda afecta a todo el país pero no a los movimientos de turistas, como confirmaba esta misma semana el Sr. Hisham Zaazou, ministro de Turismo. A pesar de las recomendaciones de no viajar que han emitido autoridades de varios países, obviando las terribles imágenes que llegan, hay quienes siguen disfrutando de vacaciones allí.
Y lo hacen tranquilos, como demuestran los vídeos subidos diariamente al nuevo canal de Youtube de Turismo de Egipto. ¿Se trata de valentía o de inconsciencia? Quizá sean simplemente viajeros avezados que saben que los medios de comunicación hacen más visibles los hechos extraordinarios, no la normalidad.
Desde hace tres años, cuando comenzó la ‘Primavera árabe’, muchos han sido los turistas que han cambiado sus planes por otros países ‘más estables’. El turismo español ha descendido en Túnez, Egipto e incluso en Jordania cuando no había motivo alguno para ello. Los viajeros son miedosos. Pero no tanto como pensamos.
En el primer semestre de 2013, las llegadas a El Cairo fueron un 13% más que las del año pasado en las mismas fechas. Incluso en 2011, tras la salida del gobierno de Mubarak, millones de viajeros optaron por no alterar sus planes, y acertaron.
Es triste ver las pirámides vacías, pero también una oportunidad única. Hace poco más de un año, cuando la situación era totalmente segura en la capital egipcia y los medios amplificaban cualquier manifestación pacífica convirtiéndola en noticia de primera, esta que firma tuvo el privilegio de sentarse durante media hora frente a la de Keops, sin que ningún ser humano viniera a turbar la experiencia.
Cada día son más los turistas –el año pasado se superó por primera vez la cifra de 1.000 millones-, y sobre todo cada vez son más los que reniegan de serlo y presumen de viajeros intrépidos. Pero no veo a ninguno de ellos reservar un vuelo rumbo a Egipto, ahora que tienen el valle del Nilo para ellos solos.
Tampoco los vi en aquel viaje, en el que alguno de esos autoproclamados trotamundos tuvo miedo de viajar, y otros que se jactaban de haber resistido a la policía en Sol huían como conejos de la animada plaza Tahrir, llenita de acampados pacíficos.
Cassandra, una agente de viajes de Sevilla enamorada de Jordania, comentaba ayer en Facebook que sus clientes –la mayoría españoles- continúan llegando a Egipto a disfrutar las vacaciones sin problemas.
Siento que el trabajo no me permita escaparme ahora mismo a El Cairo. Me encantaría contar desde allí lo que ocurre y, sobre todo, lo que no ocurre, en una de las ciudades más vibrantes del mundo. Pero también me encantaría dejar los trastos y hacer de turista una semana entera por ese país legendario.
Hay quienes sienten reparo en bucear en el Mar Rojo o visitar los templos del Nilo mientras miles de ciudadanos luchan por sus ideas exponiendo incluso su vida. Pero el turismo supone un porcentaje muy importante de ingresos para Egipto, y sin él se agrava notablemente la calidad de vida de sus habitantes. También la de los que luchan por la libertad y la paz.
Ya en los últimos tres años, con el descenso de viajeros, son muchos los guías turísticos, conductores, agentes de viajes o vendedores callejeros que sufren una situación precaria y no pueden mantener a sus familias. El turismo es riqueza, y la mejor manera que tenemos de ayudar a un país.
No los voy a animar a que emprendan viaje mientras el Ministerio de Asuntos Exteriores español recomiende no viajar al país. Pero sí que reserven en el mismo momento en que se levante la advertencia. Egipto con pocos turistas es un lujo que no se puede dejar escapar.
La patria de los faraones saldrá adelante. Sus atractivos son tantos y tan inmensos que no hay nada que pueda con ellos. A ver si entre todos logramos que sea cuanto antes.
Ana Bustabad Alonso, periodista
Fuente: http://www.expreso.info/seccion/con_firma/34932_ventajas_de_ser_turista
Ser turista suele significar también un seguro de vida adicional. Eso sí, el seguro de viaje que no falte ni para ir al resort de la esquina. En naciones en las que el índice de criminalidad es alto; incluso en medio de un conflicto declarado, la industria turística se las apaña para que sus clientes lleguen sanos y salvos al oasis que han contratado.
Está ocurriendo estos días en Egipto, donde el toque de queda afecta a todo el país pero no a los movimientos de turistas, como confirmaba esta misma semana el Sr. Hisham Zaazou, ministro de Turismo. A pesar de las recomendaciones de no viajar que han emitido autoridades de varios países, obviando las terribles imágenes que llegan, hay quienes siguen disfrutando de vacaciones allí.
Y lo hacen tranquilos, como demuestran los vídeos subidos diariamente al nuevo canal de Youtube de Turismo de Egipto. ¿Se trata de valentía o de inconsciencia? Quizá sean simplemente viajeros avezados que saben que los medios de comunicación hacen más visibles los hechos extraordinarios, no la normalidad.
Desde hace tres años, cuando comenzó la ‘Primavera árabe’, muchos han sido los turistas que han cambiado sus planes por otros países ‘más estables’. El turismo español ha descendido en Túnez, Egipto e incluso en Jordania cuando no había motivo alguno para ello. Los viajeros son miedosos. Pero no tanto como pensamos.
En el primer semestre de 2013, las llegadas a El Cairo fueron un 13% más que las del año pasado en las mismas fechas. Incluso en 2011, tras la salida del gobierno de Mubarak, millones de viajeros optaron por no alterar sus planes, y acertaron.
Es triste ver las pirámides vacías, pero también una oportunidad única. Hace poco más de un año, cuando la situación era totalmente segura en la capital egipcia y los medios amplificaban cualquier manifestación pacífica convirtiéndola en noticia de primera, esta que firma tuvo el privilegio de sentarse durante media hora frente a la de Keops, sin que ningún ser humano viniera a turbar la experiencia.
Cada día son más los turistas –el año pasado se superó por primera vez la cifra de 1.000 millones-, y sobre todo cada vez son más los que reniegan de serlo y presumen de viajeros intrépidos. Pero no veo a ninguno de ellos reservar un vuelo rumbo a Egipto, ahora que tienen el valle del Nilo para ellos solos.
Tampoco los vi en aquel viaje, en el que alguno de esos autoproclamados trotamundos tuvo miedo de viajar, y otros que se jactaban de haber resistido a la policía en Sol huían como conejos de la animada plaza Tahrir, llenita de acampados pacíficos.
Cassandra, una agente de viajes de Sevilla enamorada de Jordania, comentaba ayer en Facebook que sus clientes –la mayoría españoles- continúan llegando a Egipto a disfrutar las vacaciones sin problemas.
Siento que el trabajo no me permita escaparme ahora mismo a El Cairo. Me encantaría contar desde allí lo que ocurre y, sobre todo, lo que no ocurre, en una de las ciudades más vibrantes del mundo. Pero también me encantaría dejar los trastos y hacer de turista una semana entera por ese país legendario.
Hay quienes sienten reparo en bucear en el Mar Rojo o visitar los templos del Nilo mientras miles de ciudadanos luchan por sus ideas exponiendo incluso su vida. Pero el turismo supone un porcentaje muy importante de ingresos para Egipto, y sin él se agrava notablemente la calidad de vida de sus habitantes. También la de los que luchan por la libertad y la paz.
Ya en los últimos tres años, con el descenso de viajeros, son muchos los guías turísticos, conductores, agentes de viajes o vendedores callejeros que sufren una situación precaria y no pueden mantener a sus familias. El turismo es riqueza, y la mejor manera que tenemos de ayudar a un país.
No los voy a animar a que emprendan viaje mientras el Ministerio de Asuntos Exteriores español recomiende no viajar al país. Pero sí que reserven en el mismo momento en que se levante la advertencia. Egipto con pocos turistas es un lujo que no se puede dejar escapar.
La patria de los faraones saldrá adelante. Sus atractivos son tantos y tan inmensos que no hay nada que pueda con ellos. A ver si entre todos logramos que sea cuanto antes.
Ana Bustabad Alonso, periodista
Fuente: http://www.expreso.info/seccion/con_firma/34932_ventajas_de_ser_turista
No hay comentarios:
Publicar un comentario